FRUTAS: Alimentan y Purifican el Cuerpo

 

La fruta es el alimento perfecto; limpia y alimenta al mismo tiempo depurando el organismo de los venenos que se van acumulando en él, requiere una mínima cantidad de energía para ser digerida y le da lo máximo a su cuerpo de retorno.

La fruta es el alimento perfecto; limpia y alimenta al mismo tiempo depurando el organismo de los venenos que se van acumulando en él, requiere una mínima cantidad de energía para ser digerida y le da lo máximo a su cuerpo de retorno.

La fruta es el alimento perfecto; limpia y alimenta al mismo tiempo depurando el organismo de los venenos que se van acumulando en
él
, requiere una mínima cantidad de energía para ser digerida y le da lo máximo a su cuerpo de retorno.

Ya hemos indicado en otras oportunidades que gran parte de las enfermedades son consecuencia exclusiva de una alimentación equivocada o de hábitos alimenticios antinaturales que, mantenidos y alentados durante largo tiempo, han provocado dolores crónicos de toda especie y han reducido, o destruido, nuestra potencia vital y nuestra alegría de vivir.

Las frutas contienen sustancias nutritivas y curativas que el hombre necesita para purificar, desarrollar y reconstruir los tejidos de su cuerpo, para conservarlo sano y para recuperar la salud perdida.

 

¿Cómo se deben comer las frutas?

Las frutas deben comerse siempre con el estómago vacío.

Cuando se come la fruta como postre, o junto con cualquier otro alimento, es posible sentir sensaciones de malestar y pesadez en el estómago. Esto sucede porque las frutas pasan rápidamente por el estómago y son digeridas en el intestino delgado, pero si hubiera carne, papas o almidones en el estómago, las frutas quedan presas y comienzan a fermentar.

Es sabido que la comida más importante del día es el desayuno. Sin embargo esta premisa puede ser malinterpretada y contraproducente.

Que el desayuno sea la comida mas importante del día no significa que deba comerse toda clase de alimentos en abundancia, y menos aún los tradicionales alimentos fritos acompañados con café, pan blanco, etc., pues el cuerpo estaría esforzándose a lo largo de todo el día para poder digerirlos.

El secreto para un buen desayuno es ingerir alimentos nutritivos que sean de fácil y rápida digestión. Por eso, al levantarse, e incluso durante el día o cuando sea posible, es importante comer frutas frescas y jugos hechos en el momento. No así jugos envasados (en lata o en recipientes de vidrio) pues la mayoría de las veces el jugo es calentado en el proceso y su estructura original se vuelve ácida, amén de perder varias de las propiedades características de cada tipo de fruta.

En éste aspecto una juguera es una excelente inversión. Usted podrá ingerir el jugo extraído como si fuese fruta, con el estómago vacío y el jugo será digerido tan rápido que podrá comer algo quince o veinte minutos después.

Cuando mas tiempo queden sólo frutas en su cuerpo más limpio estará su organismo, y esto se manifestará con un torrente de vitalidad y energía.

 

Una buena digestión

 

Una buena digestión es indispensable para mantener un estado general de salud y bienestar.

Comer en exceso, demasiado rápido, estresados o abusar de alimentos con un gran contenido graso puede ser causa de indigestión y estreñimiento. Se trata de trastornos que no suele precisar de ningún tratamiento específico, sino que se pueden solucionar con la adopción de ciertos buenos hábitos preventivos, entre los que destacaremos los siguientes:

 

  • Comer despacio, tranquilamente y masticando bien los alimentos, evitando tragar exceso de aire.
  • Comer sólo cuando tenga hambre: es importante distinguir entre hambre y apetito. Los ataques de apetito se deben a la costumbre, mientras que el hambre se debe a un hecho fisiológico.
  • No tomar líquidos fríos en las comidas. Los líquidos fríos solidifican los alimentos grasosos generando una digestión lenta y trabajosa para el organismo. Lo óptimo es ingerir líquidos tibios o (mejor aún) calientes y de ser posible después de las comidas.
  • Comer despacio, tranquilamente y masticando bien los alimentos, evitando tragar exceso de aire.
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  • Comer sólo cuando tenga hambre: es importante distinguir entre hambre y apetito. Los ataques de apetito se deben a la costumbre, mientras que el hambre se debe a un hecho fisiológico.
  • No tomar líquidos fríos en las comidas. Los líquidos fríos solidifican los alimentos grasosos generando una digestión lenta y trabajosa para el organismo. Lo óptimo es ingerir líquidos tibios o (mejor aún) calientes y de ser posible después de las comidas.
  • Recordemos que gran parte del estado de salud depende de la elección de vida de cada uno y de una sana y buena alimentación, y que la fruta es el “gran alimento” por excelencia.